En el hinduismo, el universo es infinito y cíclico, sin principio ni fin. Cada ciclo cósmico es creado por Brahma, quien da origen a nuevos mundos, estrellas y galaxias. Vishnú, descansando sobre la serpiente Ananta Shesha, sostiene y mantiene la existencia de estos universos. Eventualmente, Shiva destruye todo, marcando el fin del ciclo y el inicio de uno nuevo.

Este proceso de creación, preservación y destrucción se repite eternamente, simbolizando la naturaleza infinita y cíclica del cosmos.